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EL MÉDICO RESPONDE - QUÉ PASA SEMANAL

EL RIESGO DE INFARTOS CEREBRALES Y CARDIACOS ES MUY ALTO


La obesidad constituye uno de los problemas de salud más importantes del mundo desarrollado y los Estados Unidos no es, ni mucho menos, una excepción a esta epidemia de los tiempos modernos.

Según las últimas encuestas, el sobrepeso afecta al 53 por ciento de la población, mientras que un 16 por ciento padece obesidad moderada. Si ponemos estos datos en cifras absolutas, podemos afirmar que casi 100 millones de estadounidenses mayores de edad presentan un peso superior al que les correspondería por su talla. El índice de sobrepeso aumenta a un 60 por ciento en aquellas comunidades con menor nivel socioeconómico. Esto se da por una razón simple, por lo general la comida sana es más cara que la comida llamada “chatarra”.

Un sencillo método de auto evaluación es el cálculo del índice de masa corporal (IMC), que se obtiene dividiendo el peso por el cuadrado de la talla. Hay sobrepeso si el IMC es mayor a 25, y obesidad si es igual o superior a 30. Este método muy utilizado por los médicos, tiene algunas desventajas, sabemos que el músculo pesa más que la grasa y si lo realizamos en un deportista musculoso posiblemente nos de como resultado que es obeso, cuando en realidad no está pasado de peso por gordura.

En el grupo de población con sobrepeso, la incidencia de eventos cardiovasculares (angina de pecho, infarto o accidente cerebrovascular) se dispara, no sólo por la propia obesidad, sino por la asociación de ésta con otros factores de riesgo, como son la diabetes mellitus, los niveles elevados de colesterol o la hipertensión arterial. Por otra parte, en aquellos pacientes de mayor gravedad que requieren algún tipo de procedimiento cardíaco o intervención como puede ser con cirugía abierta de corazón, la posibilidad de que surjan complicaciones –como la infección de herida quirúrgica, la insuficiencia respiratoria o el fallo renal– se eleva considerablemente el riesgo de mortalidad de los procedimientos.

Por todo ello, los profesionales sanitarios que trabajamos a diario en las distintas áreas del corazón, insistimos cada vez más –tanto en la práctica clínica diaria con nuestros pacientes y sus familias, como en los medios de difusión– en propagar nuestro mensaje: “Evitemos el sobrepeso y la obesidad”. Despertemos nuestra conciencia sobre el hecho de que la obesidad puede llegar a constituir una enfermedad en sí misma, e incorporemos a nuestra vida diaria hábitos saludables, como una alimentación equilibrada basada en la dieta mediterránea, la práctica regular de ejercicio físico moderado y la abstención de tabaco.

Hacer un plan nutricional y bajar de peso es fácil, el esfuerzo grande es bajar los primeros cinco kilogramos; después viene el período de control para seguir perdiendo grasa y ganando músculo hasta llegar a un peso saludable.

Reaprender a comer es la base del todo, cambiar hábitos para perder peso y ganar salud.

Los cardiólogos luchamos junto con nuestros equipos de atención primaria por reducir o eliminar esos malos compañeros de viaje de nuestra vida, como son el sobrepeso, la hipertensión arterial, los niveles altos de colesterol, o la diabetes. Debemos educar a nuestros hijos y nietos para que sigan una alimentación sana y una la vida lejos de los hábitos nocivos que ayuden a mimar y tratar como se merece nuestro propio corazón.

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